Es increíble cómo llegan a nuestra vida las respuestas, por las cuales nos hemos estado devanando los sesos días y noches enteras. Por lo general terminan siendo más sencillas de lo que esperábamos, así como también descubrimos que las teníamos tan frente de las narices que éramos incapaces de verlas.
Siempre, o la mayoría de las veces, nos encontramos enfrentando una batalla campal con nosotros mismos, con nuestras debilidades, con nuestros pecados, nuestras ansias de hacer y deshacer. Negándonos nuestras realidades y nuestra esencia. Tratando de escondernos del lado obscuro que habita en nuestra inconsciencia; luchando con nuestros monstruos internos, con todo aquello que nos enseñamos a rechazar.
El texto a continuación, llego a mis manos por causalidad, y justo en medio de una de esas batallas; en medio de una lucha interna, contra algo que creo que es incorrecto, pero que no puedo negar que está allí, en el subconsciente. Es de un libro de tarot, en el cual el autor describe las cartas desde el punto de vista psicológico, presentándolas como arquetipos y comportamientos; llevando la lectura de las cartas a su verdadero objetivo que es el de la autorrealización.
“De lo que se trata, sobre todo, es de admitir en primer lugar los deseos y tendencias reprimidas y buscar luego una posibilidad de integrarlas en nuestra personalidad consciente viviéndolas de manera responsable. Es posible entonces que aquello que fue destructivo, una vez que está de nuevo en su sitio se vuelva constructivo. En ningún momento debemos pensar que este proceso es inocuo. Las personas que llegan a conocer su sombra y a vivir los aspectos reprimidos nunca son inofensivas. Pueden ser terriblemente problemáticas, provocadoras o alarmantes. Pero saben lo que están haciendo, lo hacen conscientemente y asumen la responsabilidad.
Todo aquello que censuramos no nos deja en paz hasta que finalmente permitimos su existencia. Cuando más lo combatimos y lo reprimimos, más ocupados nos tiene, y mayor es la atracción y la fascinación que ejerce sobre nosotros. Mientras no queramos o no podamos ver en nuestro interior los poderes, los percibiremos continuamente de los demás, que es, naturalmente, mucho más placentero para el ego.” El Tarot y el viaje del Héroe. Hajo Banzhaf
La carta a la que el autor se refiere es el diablo; que representa nuestros miedos, nuestros bajos instintos y la manera en que a nivel consciente nos aferramos a destruir algo que forma parte de nosotros y cuya energía debe ser reconducida hacia cosas útiles tanto para nosotros como para nuestro entorno.
Una persona que insiste en no ser chismosa, tiene una gran necesidad de comunicarse de manera imaginativa; y la comunicación imaginativa le lleva a ser chismoso e intrigante, lo que sabe termina causándole problemas con el entorno y en consecuencia que las personas se alejen de ella. Entonces comienza la batalla titánica contra su imaginación florida y exacerbada, se niegas a ser de esa manera y termina coartando algo que está en su naturaleza; Cuando lo más sencillo sería primero aceptar que sencillamente es así y canalizar ese caudal de imaginación hacia cosas más productivas como escribir cuentos. Esto solo por poner un ejemplo sencillo. Habrán situaciones un poco más complejas, que requerirán de ayuda profesional, pero es un inicio; empezar por algo sencillo y fácil de reinsertar y redirigir en nuestra vida. Porque lo aceptemos o no, hay mucha fuerza contenida en aquellas sombras que reprimimos. Lo ideal es utilizarla a nuestro favor antes de que ellas vayan en nuestra contra.